lunes, 29 de junio de 2020

~El color de tus ojos ~[OneSHot]



Radamanthys abrió los ojos lentamente, y al hacerlo su vista se perdió un instante en los cortinajes colgantes de esa cama que no era la suya. Aspiró profundamente, llenando sus pulmones con aire y con la conciencia aún adormecida por aquel su aroma envolviéndole. Tan único. Su perfume permanecería en su cuerpo y alma horas, y luego, fingirán - ambos - que aquello no había pasado.


- ¿Sabías que hablas mientras duermes?

La voz, suave, dulce y aterciopelada provenía de un costado, donde ella permanecía de espaldas sentada, mucho más interesada en su reflejo de aquel rico espejo que del hombre que recién despertaba.

- Dije algo interesante? - en respuesta ella movió la cabeza muy levemente, negando. Aunque en realidad, es que si había sido interesante escucharle balbucear su nombre un par de veces. Con deseo, con necesidad. Con odio. Sentimientos compartidos y que en su contradicción hacían aquellos encuentros tan placenteramente divinos, tan ardientes.

Radamanthys estiró su cuerpo a placer antes de enderezarse y volver a observarla hinoptizado, mientras que ella, indiferente cepillaba su largo y sedoso cabello color azabache.

La luz de tenue de la habitación permitían al juez observan la silueta de Pandora, sus redondeadas formas apenas cubiertas por un delgado manto negro. Se permitió sonreír cerrando los ojos, en un chiste privado consigo mismo. Se sentó en el borde de la cama, viendo distraído el desorden de sábanas y las marcas rojizas en su cuerpo. Pruebas irrefutables de lo bien que lo habían pasado.

Se vistió con calma, suspiró cuando encontró su camisa echa jirones. Aveces, pensaba, que ella lo hacía a propósito. No, sabía que era adrede.

"Maldita bruja.."

El movimiento constante que Pandora hacía se detuvo abruptamente. Curioso, alzo la mirada. Como una bella escultura de marmol, muy quieta, Pandora perdida en sus recuerdos veía un punto al vació, completamente ausente.

No, comprendió, Pandora veía insistentemente un florero con rosas rojas que estaban en una mesita al centro de la habitación. Era curioso, pensaba, ella no parecía ser el tipo de chica que le gustaran las rosas. No era de ningún tipo, era única.

Como si estas notaran el peso de la mirada de la chica, las rosas empezaron, muy lentamente a secarse y morir. Ahora que lo reflexionaba Wyvern, nada en aquel castillo estaba con vida. Nada de lo que estaba cerca de esa mujer, fiel a su titulo como hermana de Hades.

¿Por qué la insistencia de traer siempre flores a su habitación?.

- Rojas... - murmuró.
- Hum.?
- No, nada - se levantó, dejando el peine en su lugar, caminando hacía aquel florero con las rosas podridas. Ni siquiera tuvo que extender la mano cuando estas se volvieron polvo.

Radamanthys seguía observándole, expectante. Esperando algo que nunca llegó, que nunca se dijo. Más bien, fue ella quien, gracilmente se movió hacía el juez del infierno, con aquel rostro pálido que no reflejaba ninguna emoción, pero que al verle dolía de tan hermoso, de tan perfecto.

- Dime, Radamanthys... - llegó frente a el, quien permanecía sentado en la cama y con una mano a su mentón, le obligó a verle - ...¿de que color son tus ojos?...

Con su habitual rudeza, el separó sus heladas manos de su rostro, sosteniendo sus pequeñisimas muñecas. Podría romperle la mano con un solo apretón, lo sabía. Incluso en aquel momento, sus manos parecían tan frágiles como las alas de una mariposa. Pero al mismo tiempo eran frías, poseía la frialdad que llegaba a su cuerpo por medio de sus manos acompañado de una rigidez que reconocia como el rigor mortis. La soltó.

- Son rojos..?

Ahora era ella quien lo contemplaba, aquel fiero y masculino rostro, a aquellos ojos tan relampagueantes como el mitico wyvern que el representaba. Ella en cambio, poseía los ojos del mismo color de las surplices de los espectros, pero al mismo tiempo eran, como dos pozos de noche infinitas, tan remotamente profundos que inexorablemente quien se atrevía a contemplarlos eran engullidos por estos.

- No los ves? - y el tan acostumbrado a doblegar a las personas más recalcitantes no podía con aquella su mirada, sintiendo como su voluntad cedia como agua en un colador.

- Aunque me dijeras, no podría recordarlo...- murmuraba, desapasionada.

Ella solo podía ver un triste mundo color gris.

¿A que te refieres?, quizó preguntar, pero su voz y sus dudas fueron acallados cuando ella empujó su cuerpo de nuevo a la cama, demandando obediencia, robando caprichosamente los besos de aquel hombre que ella tanto detestaba. Que tanto necesitaba.

Algún día, pensaba, deslizando su hombria dentro de ella, ella descubriría de que color eran sus ojos. Aunque suponía que eran del color del fuego, el fuego que sentía ahora en su interior y que era el único instante en que se sentía......

Viva

***

Fin

***

Este fue mi primer fic en la vida :c. 
Espero corregirle un poco ya que solo lo copie y pegue XD


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